Cuando llega el verano lo que más necesitamos es descansar a la sombra de lo que sea: un pino, una sombrilla o un chiringuito. La mente va poco a poco reduciendo su ritmo “laboral” para pasar a ese otro que nos transporta, a veces, a las vacaciones de nuestra infancia, cuando nos aburríamos de forma sana y los días iban pasando lentos y felices. Así, nuestros pensamientos vagan y nuestra percepción se detiene en lugares u objetos en los cuales, durante el resto del año no repararían lo más mínimo.

Peine playero un poco perjudicado pero totalmente funcional.