
En anteriores post hemos reflexionado sobre el lugar perdido de la alimentación en nuestra rutina diaria. Tenemos varias razones que nos llevan a no comer bien.
• Atajos por falta de tiempo para alimentarnos (comida rápida) o para adelgazar (las temidas dietas “milagro”)
• Nos falta información para elaborar una dieta equilibrada. Faltar no falta, lo que ocurre es que tampoco tenemos tiempo para recogerla Y procesarla. No nos parece lo suficientemente interesante supongo.
• Nos sobra información errónea, mitos difíciles de erradicar sin una formación de calidad. En este sentido siempre me ha sorprendido lo rápido que se propagan los mitos erróneos y lo lento que va el avance de la práctica de una dieta equilibrada.
• Hay una brecha entre los alimentos que necesitamos y la forma de prepararlos. La cocina no es nuestro fuerte porque tampoco nos la han enseñado. Así que o eres un privilegiado que nació con cualidades de chef o te gusta el tema y te aplicas en los fogones o nunca serás capaz de preparar alimentos de una forma comestible.
Ya existen varios estudios que confirman que no practicamos ni de lejos nuestra querida dieta mediterránea. Podemos consultar dos estudios poblacionales sobre hábitos de consumo (FEN 2012 y ANIBES 2013). En ellos se puede constatar que no consumimos suficientes frutas, verduras, legumbres, cereales y pescado. Por otro lado nuestro consumo de carnes frescas y procesadas, comida precocinada, dulces y sal es excesivo.